miércoles, 6 de enero de 2010

Capítulo 28: "El Inminente Fin de la Tierra de Magog"

Muy pronto el Reino de Dios terminará la Gran Victoria. Este mundo llamado "la Tierra de Magog" dejará de existir para dar paso a un Nuevo Mundo.

»Hace tiempo, mucho tiempo, el Gran Dios encomendó a uno de sus Hijos la creación de un nuevo universo. Y ese Hijo construyó un magnífico reino, repleto de estrellas y mundos. Era un universo inmenso.»Y el Padre Jehová y el Hijo gobernaron con amor y sabiduría durante miles y miles de años.»Pero ocurrió algo...»

Cierto día, en una apartada región, uno de los príncipes a su servicio, jefe de un pequeño mundo azul, decidió rebelarse con sus compañeros contra la autoridad del Hijo y soberano. No creyeron en su forma de gobierno e incitaron a otros príncipes próximos a manifestarse contra lo establecido. E intentaron formar su propio reino, rechazando al monarca y, en definitiva, al Gran Dios.»EL Hijo, echando mano del amor y la misericordia, trató de restablecer elorden. Fue inútil. Los rebeldes, empeñados en el error, despreciaron todo intento de terminar la rebelión. Entonces, ese mundo gobernado por los príncipes apóstatas quedó en una “cuarentena”, aislado del resto del universo, de los otros mundos perfectos, y sin aparente futuro.«Finalmente, ese Hijo divino tomó una decisión: viajaría de incógnito hastalos lejanos mundos de los infractores, haciéndose pasar por un modesto carpintero.

Escogió uno de los planetas y allí nació como un hombre más. Y así vivió, sujeto a la carne, y enseñando la verdad a las gentes. Les mostró quién era en realidad el gran Dios. Habló del espléndido futuro que les aguardaba y,sobre todo, recordó que eran hijos de ese maravilloso Padre.»Pero la fama de aquel Hombre-dios terminó llegando a oídos de los príncipes rebeldes. Y sucedió que, en cierta ocasión, cuando el carpintero oraba en lo alto de una montaña, los traidores se presentaron ante él, sometiéndolo a toda clase de preguntas.-«¿Quién eres...? ¿Cómo te atreves a hablar de ese Dios?... ¿Quién te envía?».

También trataron de tentarlo de tres formas: «Usa tu poder, transforma las piedras; Convence a los judíos más rápido, arrójate del templo;».Por último, convencidos de que se hallaban ante el Hijo y futuro soberano del universo, le hicieron una proposición:-¡Únete a nosotros!, y te daremos los reinos del mundo.Y el Hijo replicó:-«Hágase la voluntad del Padre. Solo al Padre hay que adorar»Los rebeldes, derrotados, se retiraron. Y todo el universo, pendiente de aquella entrevista, elogió la misericordia del Hijo y soberano.

Desde entonces, el Hijo Dios disfrazado de hombre y carpintero ostentaría también el título de "Príncipe de la Tierra" y "Príncipe de Paz". Los usurpadores solo seguirían teniendo su poder por un par de milenios, pero ya no eran los legítimos soberanos. Así termina esta historia sobre la victoria Divina contra el error. El triunfo del Amor sobre el egoísmo. La batalla contra el mal, la mentira y el error ya fue ganada hace casi dos mil años. No tenemos que preocuparnos, gracias al Hijo del Hombre, el futuro de la humanidad está asegurado y será espléndido. Jesús de Nazaret dejó todo bien atado cuando vino a la Tierra.

Si Jesús hubiera consistido en los sofismas de Satanás la soberanía de todo un universo repleto de soles, constelaciones y mundos habría peligrado. Sin embargo, Miguel demostró su lealtad sin reservas al Padre Celestial, y todos admiramos su valor e integridad. Al concluir la dura prueba, la rebelión satánica quedó “lista para sentencia”. En ese momento no estaba en las manos del Hijo Creador resolver inmediatamente la rebelión que involucró a la Tierra, en los días de Adán y Eva, y que ha mantenido a nuestro mundo en una “cuarentena”, aislándolo del resto del universo, sumiendo a la tierra en un considerable atraso en relación a los otros mundos normales que viven en una "era de luz". Pero si estaba en las manos de Miguel anunciar la gran verdad a los mortales: “Abba existe. El Padre os ama y sois hijos de un Dios-Amor, y nadie os privará de ese derecho”.

La venida de Miguel terminó la rebelión de Lucifer en todo el sistema de mundos y la Tierra. Incluso hacia afuera, en los planetas de los Príncipes Planetarios que estaban quizás simpatizando con los apóstatas. Ahora se desenmascaraba el motivo de la rebelión y la simpatía por el rebelde se extinguió. Y éste fue el significado de la experiencia personal de Jesús poco antes de su muerte en la carne cuando cierto día exclamó a sus discípulos: «Y contemplo cómo cae Satanás desde el cielo como un rayo». Lucifer había concurrido a nuestro mundo para sostener una última contienda crucial.

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El Hijo del Hombre confiaba en el éxito, y sabía que su triunfo en nuestro mundo establecería por siempre el estado de sus enemigos de toda una Edad, no solamente en la Tierra, que entraría en la etapa de la Luz durante la restauración del Paraíso, sino también en los otros sistemas en dónde se acarició la posibilidad de unirse a Satanás. Hubo supervivencia para los mortales y certidumbre para los ángeles, cuando el Maestro, en respuesta a las propuestas de Lucifer, respondió con fuerza, claridad y con certidumbre divina, «Vete detrás de mí, Satanás.» Ése fue, en principio, el fin verdadero de la rebelión de Lucifer. Es verdad que los tribunales del Anciano de Dias aún no han realizado la destrucción de los rebeldes, pero un tal decreto indudablemente será emitido en la plenitud del tiempo (al final del milenio), puesto que el primer paso en la adjudicación de este caso ya ha sido tomado. Pronto la Tierra de Magog dejará de ser.

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Gracias a la venida de Jesús la Tierra ya ha sido rescatada de la destrucción. La humanidad del pecado y la muerte, y la gobernación del Diablo se ha vuelto claramente ilegal. Aún permanece gobernando solo por permiso Divino. Y pronto Jesús destruirá este reino malvado y traerá a la Tierra la Paz y Fraternidad verdadera. El futuro del mundo está asegurado y será maravilloso. Solo falta que las almas humanas individuales decidan unirse a la gobernación Divina. La predicación encargada por Jesús tiene por objeto tratar de ayudar al máximo posible de personas.