jueves, 15 de julio de 2010

El retorno de los gigantes - parte 5

Los semidioses de las montañas

Cómo hemos analizado, los textos sumerios nos dicen que, después del Diluvio, los nefilim sostuvieron prolongadas reuniones para sopesar el futuro de los dioses (semidioses) y del Hombre en la Tierra. Como resultado de estas reuniones, «crearon cuatro regiones». En tres de ellas -Mesopotamia, el valle del Nilo y el valle del Indo- se instaló el Hombre. La cuarta región era «sagrada» -un término cuyo significado literal original era «dedicado, restringido». Dedicado sólo a los semidioses, era una «tierra pura», una zona a la que sólo se podía acceder con autorización; entrar en ella sin permiso podía llevar rápidamente a la muerte, propiciada por fieros guardianes gigantes con «armas terroríficas». A esta tierra o región se le llamó TIL.MUN (literalmente, «el lugar de los misiles»). Era la zona restringida donde los nefilim habían bajado con sus aparatos dañados después de que la de Sippar hubiera sido arrasada por el Diluvio. La zona se puso bajo el mando de Utu/Shamash, el dios nefilim encargado de los cohetes ígneos. Los héroes de la antigüedad, como Gilgamesh, se esforzaron por encontrar este País de Vida, para ser llevados en un shem o un Águila hasta la Morada Celeste de los Dioses.

Además, existieron otras grandes regiones de la tierra, principalmente en zonas altas, dónde los sobrevivientes gigantes se establecieron en dichas montañas elevadas. Los gigantes, repartidos por el mundo, ya sea en las montañas de Creta, Italía, la India, Asía, América, y Medio Oriente, dieron origen a las historias de los semidioses o dioses que habitaban en ciudades escondidas en las montañas, o reinos subterráneos en el interior de grandes cordilleras. Ésto da origen al Monte Olimpo como morada de los dioses griegos, el Monte Fuji en Japón, Agharta, la Ciudad de los Césares, el Dorado, y otros sitios sagrados en las altas cumbres. América también está llena de éstos lugares altos. Solo un grupo selecto de iniciados humanos podían ser llevados a ésas cimas, para ser enseñados en el arte de gobernar a las masas humanas, y así transmitir información de los dioses gigantes antediluvianos.

Es así como Nemrod, y los sacerdotes de distintas latitudes del mundo son educados por éstos gigantes. Desde los pueblos americanos hasta los pueblos asiáticos, éstas gentes son instruidas para dar inicio a las grandes potencias posteriores al Diluvio. Ahora los gigantes no querían regresar a vivir directamente con los humanos. Tenían la experiencia aterradora del Diluvio reciente y desearon influir de forma retirada y ermitaña desde las altas montañas y de esa forma, evitar ser alcanzados por un nuevo Diluvio.  Además, sus artefactos ya estaban dañados para volver a escapar. Los nefilim llegaron a la conclusión de que necesitaban un intermediario entre ellos y las masas de seres humanos. Ellos eran, así lo decidieron, los dioses -elu en acadio, que significa «los nobles», «los elevados». Así pues, como puente entre ellos, los señores, y la Humanidad, introdujeron la «Realeza», el «Reino» en la Tierra, nombrando un soberano humano que asegurara el servicio de la Humanidad a los dioses y canalizara las enseñanzas y las leyes desde los dioses hasta el pueblo. Y Nemrod es uno de éstos primeros humanos escogidos como gobernantes, y los sacerdotes a su lado serían la nueva casta de intermediarios entre ellos y el pueblo.

Tanto los textos sumerios como los acadios dicen que los nefilim o anunnaki (llamados por los sumerios)retuvieron el «señorío» sobre las tierras, e hicieron que la Humanidad reconstruyera primero las ciudades antediluvianas exactamente donde habían estado originalmente, y tal como habían sido planificadas: «Que los ladrillos de todas las ciudades se pongan en los lugares que les corresponden, que todos [los ladrillos] descansen en lugares sagrados». Eridú, por tanto, fue la primera en ser reconstruida. Pero Babel, y todos los demás pueblos, incluso los Mayas y Egipcios, solo fueron pálidos reflejos del mundo antediluviano. No lograron jamás su esplendor antiguo, y aún así éstas nuevas civilizaciones con un orígen común, nos asombran por su adelanto.

Los Nefilim al ser una raza mita angelical y mitad humana, sin duda vivieron siglos tras el diluvio. Los últimos gigantes ermitaños sobrevivientes entregaron información a los iniciados humanos, y además procrearon algunos vástagos, dando origen a algunas tribus de gigantes. Éstas razas, mitad humanas, mitad Nefilim, tenían una capacidad intelecutual inferior a la humana normal, y no pudieron lograr establecerse como dominadores de las nuevas razas humanas. Desearon permanecer confinadas cerca de las alturas, y fundaron algunos reinos. Tenían gran fuerza bruta y manipulaban armamento de batalla, pero carecían de la inteligencia de sus ancestros.

 Ésto hizo que los gigantes originales sobrevivientes prefirieran darle información cultural a escogidos humanos, más bien que a sus nietos gigantes más degenerados y retrasados. En la próxima entrada analizaremos el destino de éstos vástagos de los Nefilim.