¿Y qué tal si los gigantes de los relatos anteriores (de la época de la conquista de Canaán) pueden atribuirse al gigantismo como defecto genético?
Actualmente se dice que la tribu Watusi en dónde los hombres miden 1,96 y las mujeres 1,77 en promedio, es una de las más altas. Ellos son una tribu popularmente llamada "gigante", pero ésas estaturas los convierten en altos, pero de ninguna forma en los llamados Anaquim de 4 metros de la época de la conquista de las tierras de Palestina en la época de Josué. Solo nos correspondería hablar de un fenómeno de gigantismo para explicar la existencia de ésas colosales razas. Pero, ¿se sustenta ésta idea?
El gigantismo es una enfermedad hormonal causada por la excesiva secreción de la hormona del crecimiento. Hablamos del crecimiento desmesurado en especial de brazos y piernas causado por la glándula hipófisis. El gigantismo suele estar acompañado del debilitamiento de las funciones sexuales y recibe entonces el nombre de gigantismo eunucoideo. Sin embargo, puede haber gigantismo sin estas alteraciones sexuales. Los individuos afectados por cualquier tipo de gigantismo presentan debilidad muscular y graves problemas a los huesos.
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Los defectos hereditarios que impiden la osificación normal durante la pubertad, y por lo tanto permiten que el crecimiento continúe, pueden producir también gigantismo.
Robert Pershing Wadlow (en las fotografías) nació el 22 de febrero de 1918 en Alton, un pueblo del estado norteamericano de Illinois.Robert era el mayor de cinco hermanos normales. Su desarrollo físico fue normal hasta los cuatro años, momento en el que empezó a crecer a una velocidad inaudita. Tan es así que a los 5 años ya medía 163 cm y a los 10 llegó a la barrera de los 2 metros de altura.
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Cómo observamos, el fenómeno del gigantismo suele ser una enfermedad aislada, ya que en ningún caso provoca la aparición de toda una raza o parientes gigantes; además dichas personas rapidamente quedan inválidas, y no se pueden parar debido a su peso, y sus huesos se descalsifican prematuramente, al punto que a los pocos años quedan postrados y mueren.
Estos casos diferen notablemente de los corpulentos y guerreros gigantes bíblicos, los cuales eran miembros de toda una raza de éstas criaturas. El peso de la armadura de Goliat indica su fuerza y tamaño. Su cota de malla de cobre pesaba 5.000 siclos (57 Kg.) y la hoja de hierro de su lanza, 600 siclos (6,8 Kg.). (1Sa 17:4-7.). Isbí-benob, otro gigante bíblico, tenía una lanza que pesaba 300 siclos de cobre (3,4 Kg.) (2Sa 21:16); Lahmí, el hermano de Goliat, “el asta de cuya lanza era como el enjulio de los obreros del telar” (1Cr 20:5). Armamento y armaduras muy pesadas que nos muestran a seres corpulentos y bien proporcionados en su altura gigantezca. Claramente, éstos ejemplos no pueden ser explicados con la enfermedad del gigantismo. Solo nos hablan de manera evidente, de una raza con elementos no humanos, mezclados con cierta genética humana, lo cual los hacía una raza temible de guerreros que quizás vivían mucho tiempo. Además, los dólmenes y menhires (piedras como las de Stonehenge), encontrados en varias regiones dan prueba de una raza de hombres fuertes que podían mover grandes toneladas.